Foto: Alain Rambert |
El acto se enmarca dentro de las celebraciones que durante todo el fin de semana se están llevando a cabo en Châteaudun, que festeja el 50º aniversario del hermanamiento con la ciudad alemana de Schweinfurt y donde se ha querido también dar relieve a los 20 años de amistad con Marchena.
Hasta la ciudad del departamento de Eure y Loir se han desplazado, además del alcalde, la concejal de Hacienda, María del Mar Romero, y la de Turismo, María Teresa Jiménez, que han podido disfrutar de diversos acontecimientos y actividades festivas como un "buffet" típico en la plaza 18-Octobre el sábado a mediodía seguido de una "fiesta de la cerveza" por la tarde, así como una degustación de los productos locales hoy domingo a las 12 de la mañana, después de la firma del acto.
Discurso de Juan Antonio Zambrano en el acto celebrado en Châteaudun.
Una delegación municipal de Marchena acude de nuevo a Châteaudun. Esta vez lo hace para conmemorar el vigésimo aniversario del Hermanamiento entre nuestras dos poblaciones con el ánimo y el deseo de seguir apostando por los intercambios sociales, económicos, deportivos, educativos o de cualquier otro tipo entre nuestros ciudadanos y ciudadanas.
El tiempo, notario siempre de la realidad, juez inapelable a la hora de presentar balance de lo realizado, vivido y amortizado, nos ofrece la posibilidad de analizar y reflexionar sobre lo que nuestro Hermanamiento ha supuesto para nuestras respectivas ciudades. A lo largo de los últimos veinte años hemos celebrado los suficientes intercambios, de tipo colectivo o familiar, para sentirnos suficientemente satisfechos, aunque siempre nos quede la duda, de que podíamos haber hecho algo más. Posiblemente nuestras acciones han podido pecar de falta de regularidad y de compromisos más sostenidos. Con toda seguridad tendremos, ambas poblaciones, razones de peso para justificar esa falta de continuidad y de sostenibilidad en el tiempo. Más aún si nos remitimos a los últimos años en que la crisis económica y las políticas europeas nos han castigado tanto.
Cuando a comienzo de los años noventa Marchena, a impulsos y ánimos de la Unión Europea, decidió dar el paso adelante y entrar en una programación de compromiso real, marcada por las directrices emanadas desde la propia Bruselas, que nos llevaban a la búsqueda de una mayor fuerza europea, partiendo de la propia unión de todos sus pueblos, caracterizados por economías, culturas y lenguas distintas, estábamos en el convencimiento de que el camino emprendido era el justo y el adecuado para hacer más real la Unidad de Europa. Esa que ansiabamos bajo el prisma de más igualdad, más justicia y más solidaridad. En esa misma coyuntura reflexiva entiendo que se movía entonces Châteaudun. Tiempos de ruptura de fronteras y movimientos globalizadores. Una oportunidad sugestiva para creer en un mayor bienestar social y un menor desequilibrio económico.
En todas estas ideas y sueños se situaban nuestros queridos compañeros, que desde la gestión municipal, impulsaron el hermanamiento de Marchena con Châteaudun. Manuel Ramírez Moraza, Alcalde entonces, Luis Jiménez Gavira, delegado expreso para el hermanamiento y Alcalde también después, José Alcaide Villalobos, Teniente de Alcalde de Economía en aquellos años, y muchos otros concejales, entre los que me encontraba, que conocimos e hicimos nuestro, el proyecto y el reto. Enlazamos, perfectamente, con colegas afines en la manera de pensar de Châteaudun: El Alcalde Alain Venot, su Teniente de Alcalde Gilbert Ferron, el Jefe de gabinete Roger Pécout, el Concejal Claude Pionnier o la presidenta entonces de la Asociación de los Hermanamiento Sylviane Braziller. Sin olvidar la simpatía de Sophie Sadeler o el contacto siempre abierto entre nuestras dos ciudades de Nicole Broka. Creo que se llegó entre todos a una gran sintonía que llevó a una amistad que hoy es, inequívocamente, clara. Los intereses de Châteaudun y Marchena se antepusieron a cualquier intención ideológica o política. Tras unos meses de contactos y preparaciones se firmó el hermanamiento el 24 de septiembre de 1994 en el castillo de Châteaudun ratificándose después en el Convento mercedario de San Agustín de Marchena el 25 de marzo de 1995. Desde entonces fueron muchos los intercambios realizados destacando sobre todos los de carácter cultural, deportivo y educativo. Es cierto que la crisis económica de los últimos años ha supuesto un cierto parón en estos intercambios marcándose otras prioridades. De cualquier forma el Hermanamiento en nuestra Marchena ha calado en profundidad y nuestros ciudadanos son conscientes de ello añorando momentos vividos y deseando nuevos intercambios que nos enriquezcan a todos y, especialmente, a nuestro sector más joven. Las dudas y desapegos sobre la Unidad Europea tendrán que difuminarse si somos capaces de poner en práctica políticas compartidas que supongan soluciones válidas a problemas acuciantes de inserción, capacitación y formación. A ello tendremos que dedicar un buen tiempo en los próximos proyectos de intercambios entre nuestras poblaciones. Por ahí deberíamos caminar. Sólo desde la base de querer solventar cuántos problemas hay hoy planteados se puede proyectar con esperanza la unión de los pueblos europeos. La búsqueda de soluciones ha de ser premisa fundamental para encontrar la luz. La generosidad de los que tienen más para los que tienen menos una constante imprescindible. Lo decíamos en 1994 y 1995 cuando firmamos el Hermanamiento y lo seguimos diciendo ahora: Desde esta perspectiva tienen sentido los hermanamientos entre gentes y pueblos distintos de Europa. Culturas que han de buscar complementarse y culturas dispuestas a engrandecer a otras.
Hoy, pienso, es un día grande para nuestras dos villas. Un día de confirmación y un día de más futuro. Intentaremos retomar ideas y proyectos a pesar de estos tiempos difíciles y buscaremos recursos, tan necesarios, para cumplir tan loables objetivos. Al menos habrá que hacer el intento. Igualmente habrá necesidad de movilizar a nuestros tejidos sociales para que sean ellos, con nuestras colaboraciones, apoyos y orientaciones, los que protagonicen, en gran manera, nuestro Hermanamiento en el tiempo más próximo. Las bases de comprensión y amistad entre nuestras dos ciudades están levantadas. A trabajar en esa línea nos comprometemos.
Levanto mi simbólica copa y brindo por el futuro esperanzador que reemprendemos hoy. Nuestros dos pueblos nos lo agradecerán.
Amigos: ¡Viva Francia! ¡Viva España¡
¡Viva Châteaudun! ¡Viva Marchena!
Bonjour et ¡Merci beaucoup!
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